viernes, 9 de diciembre de 2011

La conquista del Polo Sur

En los próximos días se celebrará el centenario de la conquista del Polo Sur, es decir, de la llegada de los primeros seres humanos a los 90ºS, en el corazón de la Antártida. Por este motivo, y porque nos gusta la aventura, en 1º ESO, hace unas semanas, nos propusimos conocer a los protagonistas de aquella hazaña, que sucedió tras una de las carreras más apasionantes de la historia. Aunque muchos lo habían intentado antes, en el año 1911 la suerte se decidió entre dos expediciones, una británica y otra noruega, y dos modos de entender los viajes (y la vida). ¿Queréis saber quién llegó primero?
Jesús, de 1ºA, nos lo cuenta. Podéis colaborar añadiendo más comentarios con detalles que conozcáis de esta aventura polar. Además, os recomendamos que echéis un vistazo a la web http://www.viajealpolosur.es, que contiene numerosas imágenes interesantes así como enlaces a los blog que, de haber podido, hubiesen escrito los protagonistas. Tal día como hoy estarían a punto de llegar, ¡qué emoción!

SCOTT Y AMUNDSEN. LA CONQUISTA DEL POLO SUR

Durante años se creyó que al sur del planeta debía de existir una gran masa continental que compensara la vasta extensión de la tierra del hemisferio norte. Hasta se suponía que era una tierra cálida y amable. Según como iba evolucionando la navegación, los deseos de conquista de europeos y estadounidenses crecieron. A partir del siglo XIX es cuando empieza la carrera por conocer y controlar el Polo Sur.

Comienza la carrera
Amundsen
El noruego Roald Amundsen (1872-1928) era un declarado admirador de Nansen, un famoso explorador del Ártico. Cuando era pequeño y vivía en la fría Noruega a Amundsen le gustaba dormir con la ventana abierta y sin pijama para prepararse para cuando fuera un aventurero. Cuando fue mayor expuso en Oslo su proyecto de cruzar el paso del noroeste, es decir, la ruta marítima que, por el norte, conecta el océano Atlántico con el Pacífico. El 17 de julio de 1903 partió con seis compañeros a bordo del Gjöa. Permaneció durante dos años en la isla del Rey Guillermo, al norte de Canadá, donde aprendió de los inuit técnicas de supervivencia en el Ártico.
Tras conseguir su meta, Amundsen, de nuevo, se propuso un objetivo cargado de aventura: ser el primero en pisar el Polo Norte geográfico. Sin embargo, mientras se preparaba, el estadounidense Robert Peary se le adelantó. Entonces, cambió sus planes y se propuso secretamente alcanzar el Polo Sur. Pero el inglés Robert Scott compartía el mismo sueño. Era el año 1909.

Scott
Scott se había formado en el ejército y como teniente de la marina. Había navegado por el Atlántico y el Pacífico y había intentado llegar al polo sur años atrás, pues partió como comandante en el Discovery en 1901, con una tripulación en la que participaba Ernest H. Shackleton. Entonces, aunque hicieron múltiples descubrimientos científicos, fueron derrotados por el cansancio y la enfermedad y tuvieron que retirarse. Para su segundo intento, partió el 1 de junio de 1910 de Gran Bretaña a bordo del Terra Nova, un viejo barco ballenero. Iba muy preparado, pero no contaba con Amundsen.

  



La persecución
Siete días después que Scott, Amundsen partió desde Oslo a bordo del Fram. Se trataba del mítico barco noruego hecho aposta para las expediciones por el Ártico y que le había cedido su amigo Nansen. Salía con un equipo modesto pero bien preparado, una tripulación entusiasmada y unos cien perros groenlandeses adaptados al frío polar. Hasta que no salieron la tripulación no sabía que se dirigían al polo sur.
Ruta seguida por las expediciones
Scott y su tripulación, formada por 25 hombres, les llevaban unas millas de ventaja. El 12 de octubre llegaron a Melbourne, donde iban a hacer escala. A Scott le esperaba un telegrama: "Madeira. Me dirijo al Sur. Amundsen". ¡Fue una sorpresa! Todos habían oído hablar de ese bravo noruego, y Scott empezó a temer que se le adelantase. En Lyttelton, última escala en tierra habitada, el Terra Nova embarcó a 19 ponis y 34 perros. A principios de enero de 1911, los británicos anclaron en la Antártida.
El Fram llegó pocos días después, y fondeó en la bahía de las ballenas, donde empezaron a construir una pequeña cabaña. Una noche se encontraron con el Terra Nova y los miembros de las dos expediciones se conocieron, pues cada grupo quería averiguar cuantas más cosas mejor de los otros.
Los británicos estaban satisfechos: creían que los noruegos habían elegido mal su ruta, pero no se decidían a salir por temor al hielo que se estaba agrietando. Amundsen fue listo y aprovechó su indecisión para adelantarse: todavía era invierno, y de noche, pero sabiendo que los ingleses esperarían a la primavera, saldrían y sacarían ventaja.

Por fin, el Polo Sur
Cuando llegaron los primeros rayos de sol a finales de agosto, los británicos aprovecharon para seguir realizando mediciones científicas y cartográficas, mientras que los noruegos, mucho más prácticos, prepararon los equipos y los depósitos. El 20 de octubre, con una temperatura de 37 grados bajo cero, Amundsen, por temor a que los británicos le adelantaran, salió de su campamento con siete hombres, siete trineos y ochenta  y seis perros.
El 24 de octubre un grupo de 14 hombres, 19 ponis, 13 trineos, 24 perros y 2 trineos a motor partía hacia la plataforma de Ross. Se trataba de la expedición de Scott.
A duras penas, ambos equipos fueron avanzando en el medio más hostil del planeta, pero la ventaja de los noruegos era insalvable. El frío, el viento, la muerte de los animales... ¡Todo parecía estar en contra de Scott!
La bandera noruega ondea en el polo Sur
El 14 de diciembre, a las tres, los noruegos estaban izando la bandera en los 90ºS. Amundsen les dejó a los británicos una tienda con comida, un mensaje para el rey de Noruega y una carta para Scott.

Los ingleses llegaron 33 días más tarde, agotados física y moralmente. El camino de vuelta les resultó insoportable. De hecho, a muy poca distancia del campamento que hubiera sido su salvación, murieron todos. Scott tuvo el detalle de dejar notas a los familiaes de sus compañeros, alabando su valentía y caballerosidad, y recordando a su país.
 Amundsen había derrotado a Scott porque no dejó nada al azar.
Su expedición no sería la última, Hasta hoy, aún continúan ese tipo de viajes, y gracias a ellos la Antártida cuenta con bases científicas estables. Las mediciones que allí se realizan son fundamentales para conocer la historia de nuestro planeta, para estudiar el cambio climático y prevenir posibles desastres.



2 comentarios:

  1. NOS DIJISTE QUE ESTA REDACCION NOS LA PEDIRIAS

    andrea cebrian betes 1ºa

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  2. Entregasteis la redacción hace varias semanas, y os fue devuelta corregida. Con motivo del centenario, he vuelto a recoger algunas. De momento, publico esta, pero todos podéis añadirle información. Comprende que publicar todas, además de que es un lío, lleva mucho tiempo. La tuya de Jacques Piccard, que tiene buena pinta, podría ser la siguiente.
    Gracias una vez más por participar, Andrea.

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