Una de las palabras estrella de este curso en 3ºESO ha sido "deslocalización". Con este término nos referimos al traslado de la producción industrial a países donde la mano de obra es más barata o se obtienen ventajas legales, fiscales y laborales. Pero tras esta definición que hemos aprendido de tanto repetirla se esconde un auténtico drama. Porque "mano de obra más barata" significa cobrar menos de cuarenta euros al mes a cambio de doce horas diarias de trabajo. Y con "ventajas legales, fiscales y laborales" lo que realmente queremos decir es que los obreros, algunos niños, trabajan el cuero y las telas con los que se fabrican las prendas que nosotros llevamos en medio de un ambiente tan tóxico y pestilente, que no querríamos ver allí ni a nuestro peor enemigo, mucho menos a nuestros hijos, padres o hermanos.
Hazaribagh, centro global de producción de cuero, uno de los lugares más terribles de planeta. Fuente: RTVE |
En Bangladesh no pueden elegir. Ahora tienen trabajo, y hasta "disfrutan" de ese salario que les permite escapar de la miseria más absoluta, pero no de la pobreza. Pero cuando tengan cincuenta años, si llegan, estarán enfermos y a duras penas conseguirán atención médica, porque durante décadas habrán respirado los efluvios de la ponzoña con que trabajan. A su costa se reducen "costes de producción" y se fabrican productos con "precios competitivos", que compensa transportar miles de kilómetros para venderlos en Occidente. Compensa económicamente, claro, porque el coste ambiental es pasmoso.
La otra noche, La 2 de RTVE emitió el reportaje titulado "Bangladesh, cuero tóxico", al que hoy hemos hecho referencia en clase de 3ºA. Os recomiendo encarecidamente su visionado:
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