La semana del 9 de noviembre de 2015, tras la temprana llegada del invierno a China, se formó una densa capa gris de contaminación. Las ciudades del norte de China detectaron niveles de contaminación del aire nunca vistos, producidos por los sistemas centrales de calefacción alimentados por la quema de carbón.
Los niveles de presencia de determinadas partículas tóxicas son 56 veces mayores que los establecidos por la OMS (Organización Mundial de la Salud).
La visibilidad fue tan solo de 100 metros, lo que produjo el cierre de autopistas y el desvío de algunos vuelos.
Las autoridades intentan reducir su dependencia del carbón, una fuente muy barata de extraer pero muy contaminante a su vez. Lo intentan sustituir por el gas natural y las energías renovables, pero casi toda la energía producida en China proviene del combustible fósil. En un país con más de 1.300 millones de habitantes, una población urbana en aumento y una economía basada en la producción industrial (42,6% del PIB), se hace necesario tomar medidas eficaces y urgentes.
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| Estos días, es frecuente ver a los chinos con mascarillas protectoras |
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