En la cumbre del Kilimanjaro (5892 m), el techo de África situado a tan solo 3º al Sur del Ecuador, hay un glaciar que lleva el nombre de uno de los primeros alpinistas que lo coronó, Walter Furtwängler. Cuando este intrépido alemán y su equipo llegaron a la cima en 1912, el glaciar que descubrieron constituía una enorme capa de hielo y no era el único: el Kilimanjaro era (y todavía es) famoso por los campos de hielo y nieve perpetua de su cumbre, una rareza en una región del mundo que tiene temperaturas medias cercanas a los 30ºC.
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Paisaje de sabana a los pies del Kilimanjaro.
Fuente: http://www.malinikaushik.com |
La altitud de este pico explica la presencia del nieve pero hoy, cien años después de los primeros ascensos, el calentamiento global y la desertificación son los responsables de su retroceso y de la pérdida de un 86% de sus glaciares. Si nada cambia, se estima que en el año 2020 la blanca maravilla que es el techo del Kilimanjaro habrá desaparecido.
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Glaciar Furtwängler. Fuente: Wikipedia |
Por cierto, aprovecho para recordar cómo se forma, mueve y erosiona un glaciar: